¿Alguna vez te ha sorprendido lo parecido que pueden ser tu perro y tu gato? Pues parece que no es solo tu imaginación. Un nuevo estudio reveló que estas adorables mascotas han desarrollado caras de bebé de maneras tan sorprendentes como similares. Los científicos se han asombrado al descubrir que estos animales han evolucionado para parecerse entre sí de formas insólitas, pese a sus enormes diferencias.
Lo más curioso es que estas similitudes no se dieron por casualidad. En realidad, fueron los humanos quienes, al criar mascotas selectivamente, hicieron que perros y gatos se parecieran cada vez más. Jonathan Losos, de la Universidad Washington en St. Louis, y Abby Grace Drake, de la Universidad Cornell en los Estados Unidos, se dedicaron a estudiar las formas de los cráneos de estos animales de compañía, comparándolos con sus ancestros y parientes salvajes.
Losos y Drake descubrieron que canes salvajes como lobos y zorros, y los felinos salvajes como leones y tigres, mantienen formas bastante consistentes. Sin embargo, las mascotas hogareñas se han vuelto mucho más variadas. Algunas razas de perros y gatos tienen caras tan extremas que es difícil creer que sean tan diferentes. Tomemos por ejemplo a los pugs, pequineses y persas, que han logrado tener características casi idénticas, parecidas a las de un bebé.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron escaneos 3D y colecciones de cráneos de museos y hospitales veterinarios. Resulta que las mascotas de nariz chata y cara plana de ambas especies han desarrollado estas características a través de un proceso llamado “copycat” o evolución convergente. Esto significa que diferentes especies desarrollan rasgos similares de manera independiente, en este caso, porque los humanos los criaron para que tuvieran ojos grandes, narices pequeñas y cabezas redondas que se asemejan a bebés humanos.
Es alucinante pensar que los perros y gatos se separaron de un ancestro común hace unos 50 millones de años. En la naturaleza, caninos y felinos tienen un aspecto muy diferente. Pero resulta que las preferencias humanas han sido tan fuertes que han impulsado a ambos a desarrollar las mismas características, deshaciendo millones de años de diferencias evolutivas.
Más sorprendente aún es que esta apariencia de cara de bebé no evolucionó solo una vez dentro de cada especie, sino que lo hizo varias veces. Así, los pugs, los pequineses, los persas y otras razas extremas han convertido el concepto de “mascota adorable” en una ciencia. Gracias a estos estudios, ahora sabemos un poco más sobre cómo nuestras preferencias pueden alterar la genética de nuestras mascotas de maneras tan profundas y fascinantes.
¿Por qué los humanos forzamos este tipo de evolución? Todo apunta a un sesgo evolutivo, ya que estamos programados para responder positivamente a rasgos infantiles como ojos grandes, narices pequeñas y cabezas redondeadas. Estas características, comunes en bebés humanos, despiertan nuestro instinto de cuidado y protección.
Pese a los impactantes hallazgos, los investigadores también están preocupados. Estos rasgos faciales extremos a menudo conllevan problemas de salud graves, como problemas respiratorios y deformidades dentales, y es por ello que Losos y Drake se manifestaron a favor de reducir o prohibir la cría de animales con cráneos demasiado acortados por el bien de su salud y bienestar.
Drake, Abby G., Liam J. Revell, Christian P. Klingenberg, Jimmy C. Lattimer, Nathan C. Nelson, Martin J. Schmidt, Allison L. Zwingenberger, Joshua K. Moyer, and Jonathan B. Losos. "Copy-cat Evolution: Divergence and Convergence within and between Cat and Dog Breeds." Proceedings of the National Academy of Sciences 122, no. 18 (2025): e2413780122.