El último reporte del Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático dejó en claro que nuestro planeta se está calentando, lo está haciendo muy rápidamente y con consecuencias cada vez mayores. Además, señala que la evidencia sobre la responsabilidad de las actividades humanas es cada vez más firme y que es necesario reducir de manera drástica, urgente y ambiciosa las emisiones de los gases de efecto invernadero.
Último informe del #IPCC: el #CambioClimático se generaliza, acelera e intensifica en todas las regiones
— World Meteorological Organization (@WMO) August 10, 2021
Más #OlasDeCalor, #sequías e #inundaciones y cambios en el #clima cada vez más severos si el #CalentamientoGlobal sigue aumentando
https://t.co/zsu7LWjHsL pic.twitter.com/O3TBLhpkcD
La vida en la Tierra depende de la energía proveniente del Sol. La luz que llega a la atmósfera terrestre pasa a través del aire y las nubes hasta la superficie, donde se absorbe y luego se irradia nuevamente hacia arriba en forma de calor infrarrojo. Algunos gases tienen la capacidad de absorber ese calor que iba a escaparse hacia el espacio y lo envían nuevamente hacia la superficie. Al impedir que el calor salga de la atmósfera generan un efecto similar al que hay dentro de un invernadero y aumentan la temperatura.
En 1856, la climatóloga estadounidense Eunice Newton Foote presentó a la Asociación estadounidense para el Avance de la Ciencia uno de los primeros trabajos sobre estos gases. Realizó un experimento con varios tubos cilíndricos cerrados que llenó con aire al que le incorporaba distintos gases y media la temperatura. Descubrió que los que más se calentaban eran los que tenían vapor de agua y “el gas ácido carbónico”, que proviene del CO2.
Estos gases permanecen en la atmósfera un periodo de tiempo que puede ir desde algunos meses hasta cientos de años. Pero hay que señalar que, mientras permanezcan en la atmósfera, estarán afectando al clima. El metano, por ejemplo, desaparece por reacciones químicas, pero se estima que cada molécula está en el aire alrededor de 12 años. El óxido nitroso se acumula en la estratosfera y desaparece de la atmósfera más lentamente que el metano, pues persiste durante más de cien años.
El CO2, en cambio, una vez que es liberado en la atmósfera, continúa afectando el clima por cientos de años. Es decir que llevamos más de 100 años acumulando GEI, y si se dejan de emitir, llevará varias décadas hasta empezar a notar una reducción en su concentración. Esta, y la emisión desmedida, son las principales razones de que en este momento tengamos más CO2 en la atmósfera que en cualquier momento de los últimos 2000 años.
Que cada uno de nuestros hogares sea un espacio en el que la energía y el agua se usen de forma sostenible depende enteramente de nosotros y ayudará a reducir nuestras emisiones. Tenemos la responsabilidad de adquirir nuevos hábitos que hagan que nuestra vida sea más respetuosa con el entorno. Acá hay algunos consejos: