Por primera vez en más de dos décadas de monitoreo, los incendios forestales se convirtieron en la principal causa de pérdida de bosques tropicales, superando a la agricultura. Estos incendios, en su mayoría provocados por actividades humanas como la expansión agrícola, se intensificaron debido a condiciones climáticas extremas, exacerbadas por el cambio climático. El resultado: una tasa de destrucción de 18 campos de fútbol por minuto.
Si nos centramos solamente en los bosques tropicales, esos que se encuentran entre los trópicos de Capricornio y de Cáncer. El año pasado desaparecieron por el fuego unas 6,7 millones de hectáreas de selva tropical primaria, una superficie equivalente al tamaño de Panamá, afirma el informe basado en nuevos datos de la Universidad de Maryland.
En zonas como el Amazonas o la cuenca del Congo, los incendios no ocurren de forma natural, sino que son provocados casi en su totalidad por los seres humanos, generalmente como una forma rápida de limpiar la tierra para la agricultura, dijeron expertos
América Latina fue la región más afectada. Brasil lideró el ranking con 2,8 millones de hectáreas de selva primaria perdidas, impulsadas principalmente por incendios alimentados por la sequía más intensa en décadas. Bolivia ocupó el segundo lugar, con un aumento del 200 % en la pérdida de bosques primarios, también debido a incendios exacerbados por sequías extremas.
En Bolivia, la mayoría de los incendios en las selvas tropicales se iniciaron con el despeje de tierras para la agricultura a gran escala, especialmente para la ganadería y cultivos como soja, caña de azúcar, maíz y sorgo. Estas prácticas, combinadas con condiciones cada vez más calientes y secas, convirtieron muchas de estas quemas en incendios fuera de control.
Rod Taylor, director de bosques y conservación natural del WRI, dijo que el mundo ha entrado en una “nueva fase”. “No es solo la tala para la agricultura la principal causa [de la pérdida forestal]”, explicó. “Ahora tenemos este nuevo efecto amplificador: un verdadero ciclo de retroalimentación del cambio climático, con incendios mucho más intensos y feroces que nunca”.
Los bosques tropicales primarios, como el Amazonas en América Latina, la cuenca del Congo y las selvas tropicales del sudeste asiático, son sumideros de carbono cruciales que ayudan a regular el clima global al absorber enormes cantidades de CO2 que calienta el planeta.
La pérdida de bosques tropicales primarios en 2024 provocó la emisión de 4,1 gigatoneladas de dióxido de carbono, superando las emisiones anuales de CO₂ del uso de combustibles fósiles de la India. Esta pérdida no solo contribuye al cambio climático, sino que también reduce la capacidad del planeta para absorber CO₂, exacerbando aún más el calentamiento global.
@globalforests analysis of #TreeCoverLoss data from @umd_glad reveals the tropics saw an unprecedented level of fires in 2024.
— World Resources Institute (@WorldResources) May 21, 2025
We cannot afford to ignore the 2024 wake-up call https://t.co/sbHBzPPBUU pic.twitter.com/P0RxMe8dkN
En 2021, más de 140 países, incluidos Brasil y Bolivia, firmaron la Declaración de Líderes de Glasgow, comprometiéndose a detener y revertir la pérdida de bosques para 2030. Sin embargo, en 2024, 17 de los 20 países con la mayor superficie de bosques primarios registraron una pérdida mayor que cuando se firmó el acuerdo, lo que indica que estamos gravemente desviados para cumplir este compromiso.
A pesar del panorama desalentador, hay ejemplos que ofrecen esperanza. En Bolivia, el territorio indígena de Charagua Iyambae logró mantener los incendios a raya por segundo año consecutivo, gracias a inversiones en sistemas de advertencia temprana y políticas de uso de la tierra. Este caso demuestra que la gestión indígena puede ser efectiva en la prevención de incendios forestales.